miércoles, marzo 08, 2006

STURN UND DRANG


Oh noche, amante de los locos, de Novalis y Hölderling
Marea donde leviatán se agita de alegría
Y los románticos convierten el dolor en ambrosia
¿Donde ocultas tu arco iris?
¿Tus ruinas que un día fueron la gloria de los viejos dioses?
¿Tus calles atrapadas por mis pasos?
¿El invierno donde ocultan su dolor todas las persefones del mundo?
El acero con que cortarás mis manos para no unirlos en plegaria?

Dentro de tu tórax se esconden historias
Con finales tristes
Las grandes aves nocturnas sobre vuelan
Las calles en busca de alimento
Un ebrio dormido con la baba suspendida en el vacío
Amantes ocasionales entre nenúfares violetas
Ángeles expulsados de cantinas
El incesto de las ideologías
Los restos fósiles de un hombre por nacer

Niños heroinómanos dueños del tiempo
Mamíferos que heredan solo versos
La menopausia de la luz

Los arcanos del espejo donde la herida ya no proyecta su luz
La gran babilonia alzándose incoherente
Las negras sombras que aman los rincones
Y la oscuridad donde todo es árido
Las islas metafísicas del sueño
Los trozos de luna que ocultas en tus pechos
Y yo prometeo encadenado a tu cama
LAS ALMAS DEL LAGO (sueño)

Me hallaba con dos amigos cerca de un gran lago. Sobre mis ropas tenía puesto un pectoral sacerdotal similar al de los obispos católicos. Uno de ellos, el más viejo
, era un monje lama y vestía como tal, una túnica de un fuerte amarillo que contrastaba agradablemente con su manto rojo, su rostro proyectaba una gran paz. El monje muy amablemente nos mostraba los misterios del viejo lago, pero aquel lago era tenebroso, oscuro y lleno de almas, pero extrañamente caminábamos con tranquilidad, llegamos a las orilla y el monje comenzó adentrarse en él , nos dijo que lo siguiéramos si queríamos conocer el verdadero secreto de aquel lugar; así lo hicimos, nadamos bajo sus profundidades, era enorme, lleno de helechos y el agua era verde, algo turbia, producto del plancton que crecía, llegaba un ligero resplandor que no alcanzaba a llamarse luz. No vimos peces, pero si galeones antiguos. A medida que llegábamos al fondo veíamos más almas a las que les mostrábamos respeto y reverencia, el monje nos dijo que eran las almas que protegían a las gentes que vivían cerca al lago, almas que habían encontrado todo tipo de muerte. Había un suicidado al que su hija le regalaba todas las tardes una orquídea; un hombre que había matado a su mujer, movido por los celos, era ahora el guardián protector de sus suegros, un perro que siempre volvía a la casa de su amo cada año bisiesto, ya en el fondo del lecho , presenciamos algo maravilloso: almas de antiguos guerreros japoneses, no parecían estar tristes. El monje nos aseguró que no nos harían daño. Yo estaba tranquilo. El tercer amigo llevaba una especie de manto con dos leones en el pecho, pensé en aquel simbolismo. Me asombré que aún siguiéramos en el lago. El monje se sentó en forma de flor de loto, como el antiguo buda. Me pareció solemne. Sentí una gran reverencia por aquel amigo. Le pregunté:
.-Cómo es posible que estuviéramos tanto tiempo dentro del lago y que nos pudiera mostrar todo ese mundo espiritual.-
El monje tranquilamente me respondió:
.- Porque nosotros también estamos muertos.