jueves, noviembre 24, 2005

CANTO DE PERSÉFONE

Nadie puede amar a Perséfone, el amor es una cuchilla cargada, solo los magos de la urbe pueden tocar mi sagrada herida, besar el gélido pálpito de las constelaciones
Las barracas subterráneas albergan a mis hijos pequeños escualos de mi sangre
Soy la diosa de la caterva ciega, de los marginados, de los desterrados de los que lloran tapando el rostro con manos erizadas, de los que nunca conocieron la mañana
Viejo mito de los que me inventaron

Yo alivio sus corazones abrigo sus ojos de la fría realidad
De ese margen en el que están confinados a vivir, sin prisas ni preocupaciones, sólo el hambre despierta sus cuerpos, solo la sed los devuelve al agua bautismal
Bajo mi amparo ellos viven y dejan vivir, ellos raspan las sobras de la noche, sorben de sus ubres y me cantan viejas melodías al oído





Tú poeta ¿puedes acaso, prestar tu voz?


Puedes acaso embriagar de felicidad al que no ve al bizarro niño que desconoce la luz yo te desmiento, desmiento tu magia hacedora de desvelos creadora de la piel descubro tus ojos tus manos tu sepultura tus restos tus palabras tus pelos tus lagrimas tus silencios tus razones tus débiles razones para navegar en mis aguas Soy profundidad hermana del ensueño partera de los olvidados que gritan pujando a pulmón desorbitadas las constelaciones que un día comenzaron a hablarle a los hombres el lenguaje que sólo conocemos los hijos de la incertidumbre la noche zozobra al cantar el gallo y se corre el telón la mustia claridad que te sonríe torvamente ni aun así le arrancarás una palabra al viento ni aun así la blanca página desterrada ni aun así convertirás en oro la angustia
Eres como el eco de las olas el despertar de la noche y la parca luna puedes acaso abrazar la alquimia de la que salí llena de magia y ternura la noche arrancó mis entrañas se alimentó mis verdes lágrimas llenaron la soledad del mundo y el pequeño hombre le puso primavera que extraño nombre? Que lejano cuento de hadas? Eres como el eco de las olas cansadas de bajeles y naufragios cansadas de que le robes a sus cándidas sirenas
Pedes acaso abrazas la alquimia de la que salí como aquel homúnculo de la tragedia? No eres dios ni yo la creación Puedes acaso enterrarte en la gloria de la nada besar mi antártico corazón mientras rugen de celos las Danaes Por ello falso poeta las folor azul crece en las antípodas de tu canto ni Novalis conoció el dulce néctar de mis pezones erguidos a los versos