miércoles, marzo 08, 2006

LAS ALMAS DEL LAGO (sueño)

Me hallaba con dos amigos cerca de un gran lago. Sobre mis ropas tenía puesto un pectoral sacerdotal similar al de los obispos católicos. Uno de ellos, el más viejo
, era un monje lama y vestía como tal, una túnica de un fuerte amarillo que contrastaba agradablemente con su manto rojo, su rostro proyectaba una gran paz. El monje muy amablemente nos mostraba los misterios del viejo lago, pero aquel lago era tenebroso, oscuro y lleno de almas, pero extrañamente caminábamos con tranquilidad, llegamos a las orilla y el monje comenzó adentrarse en él , nos dijo que lo siguiéramos si queríamos conocer el verdadero secreto de aquel lugar; así lo hicimos, nadamos bajo sus profundidades, era enorme, lleno de helechos y el agua era verde, algo turbia, producto del plancton que crecía, llegaba un ligero resplandor que no alcanzaba a llamarse luz. No vimos peces, pero si galeones antiguos. A medida que llegábamos al fondo veíamos más almas a las que les mostrábamos respeto y reverencia, el monje nos dijo que eran las almas que protegían a las gentes que vivían cerca al lago, almas que habían encontrado todo tipo de muerte. Había un suicidado al que su hija le regalaba todas las tardes una orquídea; un hombre que había matado a su mujer, movido por los celos, era ahora el guardián protector de sus suegros, un perro que siempre volvía a la casa de su amo cada año bisiesto, ya en el fondo del lecho , presenciamos algo maravilloso: almas de antiguos guerreros japoneses, no parecían estar tristes. El monje nos aseguró que no nos harían daño. Yo estaba tranquilo. El tercer amigo llevaba una especie de manto con dos leones en el pecho, pensé en aquel simbolismo. Me asombré que aún siguiéramos en el lago. El monje se sentó en forma de flor de loto, como el antiguo buda. Me pareció solemne. Sentí una gran reverencia por aquel amigo. Le pregunté:
.-Cómo es posible que estuviéramos tanto tiempo dentro del lago y que nos pudiera mostrar todo ese mundo espiritual.-
El monje tranquilamente me respondió:
.- Porque nosotros también estamos muertos.





















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